27/7/15

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Ella:
Esperaba impaciente su llegada, deambulaba por la habitación como león enjaulado
Observaba aquel reloj de pared una y otra vez y cada segundo golpeaba su pecho lentamente hasta perder el aliento.
En un segundo magistral sintió el golpe suave de aquellas manos tiernas sobre su rústica puerta, en ese momento el reloj de pared se detuvo; como una droga sus pupilas se dilataron, se le erizó la piel y ruborizó el rostro antes pálido de frío. Comenzó a caminar hacia la entrada, sus manos temblaban, hacía ya meses que no le veía, había soñado, planificado aquel momento miles de veces, imaginando que nuevas cosas sucederían.

El:
Salió de casa a paso apurado, no se vistió con lo primero que encontró como otras veces, urgó en su closet hasta encontrar lo que consideró apropiado para el encuentro. Vio su reloj de pulsera y constató que salía antes de lo acordado, siempre fue puntual para sus citas, pero hoy era distinto, no era una cita...era su destino, Abrió el portón de aquella casa a la que antes solía ir con frecuencia, se puso frente a la puerta, por unos segundos dudó, suspiró, y una sonrisa se le dibujó en el rostro, entonces, empuñó su hermosa mano y golpeó suavemente, aquellos segundos de espera le parecieron eternos.
Podía sentir la presencia de aquel cuerpo ardiente desde el otro lado, ya podía sentir su calor



continua....

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